segunda-feira, 10 de agosto de 2009

Aproximacion Al Metodo Practico Y Preciso De La Homeopatia Pura


INTRODUCCIÓN

Hahnemann escribe, en el parágrafo 104 del Organon, que una vez que se han recogido los síntomas que caracterizan el cuadro de la enfermedad se ha hecho el trabajo más difícil. Lo que queda por hacer —continúa— es estudiar este cuadro atentamente para oponerle un medicamento elegido homeopáticamente y curar al enfermo. Sin embargo, es justamente en la segunda parte del trabajo, la que, al decir de Hahnemann, es la parte más fácil, donde se producen los mayores desencuentros metodológicos entre las distintas escuelas y tendencias de la Homeopatía Unicista.
Las diferentes opiniones han dado origen a métodos de trabajo más o menos fantasiosos, más o menos basados en la capacidad clínica del homeópata y más o menos dependientes de los conocimientos de la Materia Médica. Con el correr de los años se ha producido una gran confusión y la metodología original de Hahnemann desaparece bajo muy variados modos superpuestos de entender lo que se debe hacer una vez que la parte más difícil del trabajo está terminada.
Nuestra propuesta no agregará nuevos conocimientos a los que ya tiene la Homeopatía; sólo hemos tenido la oportunidad de comprender, tal vez un poco mejor, el orden que debe seguir la metodología homeopática pura. Nos referimos al método homeopático que utiliza exclusivamente tanto los principios lógicos y claros derivados de las leyes que fundan la Doctrina, como las reflexiones más trascendentes de su creador. Lo que nos hemos propuesto es hacer llegar a la comunidad homeopática nuestra experiencia para someterla al análisis de los colegas y así poder efectuar las eventuales modificaciones que podrían originarse en el trabajo colectivo.
El material que tenemos desplegado, después del atento examen del cuadro de la enfermedad del paciente, son los síntomas. El objetivo de nuestro trabajo es la comparación de los síntomas del enfermo con los síntomas que corresponden en la Materia Médica a los diferentes medicamentos, para encontrar, entre todas las combinaciones sintomatológicas posibles, la que más se adecue a la que nos presenta el paciente. Quizá resulte de utilidad imaginar que tanto los síntomas del paciente como los de las patogenesias son como pequeñas esferas de colores y tamaños distintos. Nuestro trabajo consistirá entonces en comparar las escasas esferas que corresponden a los síntomas del enfermo con la inmensa cantidad de pequeñas esferas que presenta la Materia Médica.
Tendremos así dos grupos o conjuntos: por un lado el montoncito que simboliza los síntomas de nuestro paciente, y por el otro el “Himalaya” de esferitas que corresponde a la totalidad sintomatológica de todas las patogenesias a las que han dado lugar todos los remedios de la Materia Médica.
Al analizar los síntomas de un paciente notaremos que pueden discernirse diferentes categorías: los hay mentales (con ellos haremos un subgrupo dentro del montoncito anterior),
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generales (otro subgrupo) y locales. De este modo quedarán formados tres conjuntos bien definidos que podremos estudiar separadamente.
Entre los síntomas locales, por ejemplo, pueden aparecer algunos genéricos, poco definidos. Si el paciente sufre de una gastritis, es obvio que se manifestará con acidez del estómago. Pero ese síntoma no identifica a este individuo concreto, no lo distingue de todos los otros enfermos de gastritis que también tienen acidez de estómago. Tendremos que profundizar aún más el análisis. Investigar, por ejemplo, si la acidez se presenta antes o después de comer, o si aparece cuando el enfermo se acuesta. Sólo en ese momento comenzaremos a obtener alguna información más singularizada. La modalidad del síntoma es lo que va a caracterizar a cada individuo en particular. Entonces distinguiremos la acidez de Juan que se presenta antes de las comidas, de la de Pedro que se produce cuando está en cama. De este modo iremos individualizando, singularizando, los síntomas de cada paciente y lograremos así una información cabal del modo en que se presenta la enfermedad en este individuo en especial.
Por otra parte, en un estudio más atento, descubrimos a menudo que el paciente presenta síntomas que no tienen relación con la patología que motivó la consulta. Son los síntomas no comunes —como los denomina Hahnemann en el parágrafo 153 del Organon—, es decir notables, distinguidos, los síntomas “característicos”, a los que también se refiere en el parágrafo 209. Entre todos los síntomas comunes aparecerán algunos que son extraños, raros, peculiares, que se presentan en este enfermo y no en otro y que hacen de él una persona única en el mundo también en el estado de enfermedad.
Estos son los síntomas que nos van a interesar muy especialmente. Sin embargo, antes de atender a cada uno de ellos, tendremos que estudiar otro detalle, porque de esos síntomas raros, extraños, peculiares que el paciente dice sentir, hay uno que empezó días atrás, luego de un paseo por la montaña, mientras que otro está presente, sin razón ni explicación, desde la más temprana juventud. Por lo general estos últimos síntomas son pequeños, el paciente no les presta especial atención porque se acostumbró a ellos a lo largo de muchos años. Hahnemann, en el parágrafo 95, nos hace notar que suelen ser considerados por el enfermo como si fueran propios de un estado de normalidad, casi de salud, porque está habituado a ellos y ha olvidado la sensación, o lo que ha sentido en un principio luego de los quince o veinte años que viene padeciendo la enfermedad.
Ese síntoma raro, extraño, peculiar, modalizado, individual, padecido desde hace tanto tiempo que el enfermo considera como propio de su estado de salud, de normalidad, es el que más deberemos estudiar y al que tendremos que prestar especial atención, ya que la permanencia en el tiempo de los síntomas es una medida de la estabilidad de la constitución singular de cada enfermo. Es, por lo tanto, esa permanencia, un elemento fundamental para individualizarla. De ahí que, frente al grupo de esferas “peculiares”, debamos elegir, precisamente esa “perla” como el síntoma mas destacable e importante. (...)


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